lunes, 14 de enero de 2013


TAKASHI YAMAZAKI "Returner". PELICULÓN CON MAYÚSCULAS. Lo tiene todo, todo, toooodo: rayos láser, explosiones, extraterrestres, máquinas para viajar en el tiempo, romance (japonés), mafiosos chinos y japoneses (se les distingue perfectamente: los mafiosos chinos parece que visten con ropa donada por ongs (y encima de una ong distinta cada uno) mientras que los mafiosos japoneses compran todos la ropa negra en la misma sección del Corte Inglés), tíos duros con corazón, chicas que salvan el mundo... ¿se puede pedir más? (psé... habrá gente que sí, hay cada quisquilla por ahí...).

En la mejor tradición del mimetismo japonés hacia lo occidental, en esta película han mezclado (como mínimo y que me haya parecido) Men in black, Transformers, Pretty woman (sí, sí, y el mismo estado de sobriedad que me acompañaba al verlo sigue conmigo ahora al escribirlo) e incluso un final tipo Layer Cake.

No sé ni por dónde seguir. Fabuloso el protagonista (asesino eficacísimo con principios morales (?) y un ansia de venganza que ilumina su camino y le produce pesadillas) que, despreciando todos los avances de la ergonomía, pega tiros de la manera más rara posible (si tiene 3 tíos delante y 3 detrás, ¿para que dispararles directamente a los 3 primeros y darse la vuelta para acabar con los 3 últimos? No, no, lo que hay que hacer, y eso es lo que hace, es dar vueltas completas sobre sí mismo para irlos matando de uno en uno y que ondee al viento su flamante abrigo negro de cuero).

La chica protagonista, preocupada por salvar al mundo después de venir del futuro (y no como otras que yo me sé, que sólo vienen del futuro para intentar vendernos detergentes), encuentra tiempo para enamorarse y cambiar su aspecto de guerrillero vietnamita previo paso por una tienda fashion fashion (y en la que el pago corre a cargo de la tarjeta del prota, faltaría másssssss...).

El romance japonés consiste en lo siguiente: una pareja (macho y hembra; lo siento, la alianza de civilizaciones y el respeto a todas las opciones sexuales no ha llegado a aquellos lares) se conocen en medio de un tiroteo (el tableteo de las armas automáticas es erógeno, supongo...) en que uno casi mata a la otra, se pasan casi toda la película riñendo y/o peleando y al final se separan (el destino es lo que tiene) completamente coladitos hasta los huesos y sin haberse tocado ni el pelo de una ceja (lógico, hay estudios científicos que demuestran que por mucho menos que eso las japonesas quedan preñadas).

El malo maloso lo borda: violento, temerario y maleducado, muy maleducado; cuando le hablan sus superiores se pone a comer marisco y a las empleadas les estruja una teta (la misma en que luego pega un tiro ¿qué tendrá este hombre contra la teta derecha que la ignora para lo malo y para lo peor?).

Y para terminar un curioso detalle: acostumbrados como estamos a que Hollywood sólo nos muestre acribillamientos de malos y/o negros que entre que les disparan y acaban tirados les da tiempo a hacer triples saltos mortales, sorprende cómo se deleitan en Japón con escenas donde vacían cargadores enteros sobre nenas monas (y no menos sorprendente es cómo quedan tendidas en el suelo: con qué buen gusto y qué femeninamente caen muertas, recatadas incluso cadáver y manteniendo la compostura).


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